Nota del editor de este Blog
Me
he permitido, por su enorme interes,reproducir el artículo firmado por Ramón
Sola en el diario GARA , enlace incluido, sobre el periodista y director del
diario EGIN encarcelado él junto a otros y cerrado y requisado el periódico, como en los
viejos tiempos del franquismo, simplemente por dirigir un medio de expresión
contrarios a los delirios del gobierno del entonces dirigido por el neo
franquista Jose María Aznar con la inefable ayuda de otro
siniestro personaje de la represión neo franquista , el juez Baltasar
Garzón.
"El
periodista Javier Salutregi dejará atrás este jueves la cárcel de Burgos. Su
caso no tiene parangón en Europa, según reconoce Reporteros sin Fronteras; es
la única persona presa por haber dirigido un diario, «Egin», que además se
funde con su propia vida."
Por RAMÓN
SOLA
«SEGUIMOS, SEGUIREMOS»
«Tras Garzón están todos los que no quieren la paz. Y a todos les decimos que pueden matar hoy la palabra, pero su eco les ensordecerá» (Salutregi, en el primer ‘‘Euskadi Información’’)
El testimonio de Jabier Salutregi
sacudió con su carga emotiva aquel plomizo macrojuicio de dieciséis meses de
duración. Habló en Madrid como ha escrito siempre en Euskal Herria, con el
corazón en la mano y sin concesiones: «‘Egin’ lo cerraron 200 hombres armados
cuando allí solo había papel y tinta. Con el periódico cerraron parte de mi
vida, y también parte de la vida de los trabajadores que estaban conmigo y de
los lectores que nos seguían con afecto».
Han pasado ya diecisiete años desde
aquella noche de Pobre de Mí de julio de 1998, pero «Salu» todavía sigue
pagando caro haber dirigido ‘‘Egin’’. Su encarcelamiento en tres fases, hasta
sumar siete años y medio entre rejas, concluirá este jueves en el penal de
Burgos. Tras las excarcelaciones recientes de Jesus Mari Zalakain o José Luis Elkoro,
y antes de los hermanos Murga, Pablo Gorostiaga y Manu Intxauspe, aún seguirán
presos por impulsar aquella «voz de los sin voz» Karlos Trenor y Joxean
Etxeberria.
Aznar la personificaron del neo franquismo vivito y coleando |
“Egin” nunca ha sido conjugado en pasado
por Salutregi. En una entrevista para ‘‘Letras para la libertad’’, libro
editado por GARA quince años después del cierre, su último director admitía que
«para mí, todavía ‘Egin’ es, no fue». Lo sitúa en su memoria como «un gran
aquarium donde viví toda mi juventud hasta la madurez. Un observatorio desde el
que todos los días, como algo mágico, veía cómo transcurría la vida de Euskal
Herria. Todo un privilegio que añoro profundamente con la fuerza de una
adicción y que me mantiene en perpetuo síndrome de abstinencia». En su anterior
excarcelación en 2008, destacaba a GARA, recién salido de Picassent, que
«‘Egin’ es muy difícil de olvidar, por lo menos en mi caso, y creo que será muy
difícil también para un sector de la población que sufrió, vivió, luchó, peleó
y se alegró por él, y que luego se entristeció, se enfureció y se indignó con
el cierre».
Más recientemente, en mayo, respondía a
la agencia internacional ViceNews en la última entrevista desde su celda que
«cerrar un periódico en cualquier Estado de la UE no cabe ni como hipótesis en
la mente de ninguno de los ciudadanos europeos, pero sí en la de un español».
Allí recordaba cómo, en su inmensa paranoia, «peritos policiales llegaron
incluso a inferir que Xirula-Mirula, un centro de educación musical para niños
de hasta once años, pertenecía al entorno de ETA». Y denunciaba las
incongruencias del proceso: «En su primera argumentación pública del cierre, el
juez Garzón afirmó que se trataba de cortar el flujo económico de ‘Egin’ a ETA.
A los pocos días dijo que era al revés, que era ETA la que sostenía a ‘Egin’».
Confiesa Salutregi que no supo exactamente de qué se le acusaba hasta el juicio
de la Audiencia Nacional, cuando ya había pasado casi una década del cierre. En
un primer momento no fue detenido; lo encarcelaron una semana después, tras
acudir voluntariamente a la AN y que Garzón se lo pensara casi 48 horas. «Salu»
se lo explica así: «Cerrar un periódico y mantener libre a su director no se
sostenía».
Entre tanto, Salutregi intervino en el
acto final de la manifestación de protesta que desbordó Donostia el sábado 18
de julio, apenas tres días después. La indignación ya había cristalizado en
‘‘Euskadi Información’’, sin un solo día de ausencia en los kioskos, y empezaba
a dar cauce a lo que seis meses después sería GARA. «Que no canten victoria –proclamó
el director, aún libre–. Que olviden sus cantos de sirena. Ayer nacimos con el
apoyo del pueblo. Hoy volvemos a nuestros orígenes y volvemos a tocar la puerta
de todos los abertzales, de todos los progresistas de Euskal Herria. Egin
egingo dugu».
Aún quedaba un puñado más de sal sobre
la herida. En 2009 el Supremo rebajó algunas condenas y decretó que la
actividad de ‘‘Egin’’&flexSpace;no era ilícita, por lo que nunca se debió
cerrar. Pero para entonces sus instalaciones eran una ruina. Salutregi lo
comprobó en primera persona en 2003, cuando pudo acceder a la sede del polígono
Eziago de Hernani tras quitar el precinto policial. Donde había dejado una
redacción cargada de vitalidad halló un escenario devastado que le humedeció
los ojos, de dolor y de rabia.
Jabier Salutregi pasó de la
hiperactividad de la redacción a la monotonía de la cárcel, dos ámbitos de vida
radicalmente alejados. Tras dos paréntesis en la calle, ha cumplido estos
últimos años la mayor parte de su condena política. En 2013 decía que «he
vuelto a pillar poco a poco el sentido de mi vida. Entre los muros, los paseos
de patio taleguero, el ‘txabolo’, el rancho infame y el compañerismo, creo que
me he centrado del todo. Reconozco que la prisión fue un golpe que me espabiló
con su cruda realidad».
Icono para Al-Jazeera
El caso ha merecido la atención de algún
medio internacional importante como Al-Jazeera, que hace unos meses dedicó un
reportaje sobre la represión al periodismo independentista vasco que incluía
respuestas enviadas desde prisión por cuestionario y remarcaba su condición de
único director preso en Europa. Por contra, en Euskal Herria, y obviamente más
aún en el Estado español, su expediente ha sido tomado como uno más dentro de
un conjunto de excepcionalidades punitivas casi sin fin. Salutregi ve claro que
‘‘Egin’’ fue integrado en el macrosumario 18/98 precisamente para diluir la
gravedad del ataque a un medio de comunicación, reivindicado además por todo un
presidente español, José María Aznar, con aquella bravuconada de Turquía:
«¿Acaso creían que no nos íbamos a atrever?». Apenas ha habido reconocimientos
en Euskal Herria para este ataque, salvo las potentes movilizaciones de
respuesta entonces o más recientemente la Placa de Oro de la Diputación de
Gipuzkoa para ‘‘Egin’’&flexSpace;y ‘‘Egunkaria’’.
Salutregi tampoco ha tenido pelos en la
lengua para referirse a este abandono, señalando en concreto a su profesión, a
«los mismos periodistas españoles y vascos que se llevan las manos a la cabeza
cuando se persigue a periodistas y medios de comunicación en bananeras
latitudes». En una carta pública en 2011, después de que el Constitucional
rechazara sus recursos, explicaba que «no puedo menos que acusar hoy, desde mi
celda, desde mi situación de represaliado político, de perseguido ideológico y
desde mi imposibilitación profesional, a toda la casta y clase periodística
española y vasca por su cobardía, por su columnismo purulento y supurante.
Acuso desde mi injusto castigo, porque callásteis como muertos ante lo que era,
es y será una salvajada jurídica y humana».
«Acuso de hipócritas a todos los
periodistas, salvo las pocas, muy pocas excepciones, pues sois sabedores de la
injusticia y no hicísteis nada –continuaba–. Nada para informaros, por
enteraros, por comprender, por analizar, por estudiar el caso, comprobar las
pruebas, los informes policiales, los planteamientos de la defensa. Nada por
conocer o intentar conocer la verdad, por observar, por saber. Nadie nunca me
preguntó, nos preguntó, ni siquiera los jueces y abogados, si éramos o no
inocentes, nadie, ni periodistas españoles o vascos –sí extranjeros– nos
solicitaron cómo nos encontrábamos, cómo nos sentíamos (...) Muñecos de los
ventrílocuos del poder, os aprestáis gozosos a comenzar el nuevo relato.
Descuidad, narrad la historia como queráis, como os la dicten, pero tened en
cuenta que muchos otros nos encargaremos de escribir el prólogo y epílogo».
«Sin vergüenzas»
Ese pulso vibrante de Salutregi impregnó
toda la trayectoria de ‘‘Egin’’, dejando piezas inolvidables como el editorial
que sucedió a la muerte de Josu Muguruza en el Hotel Alcalá. ‘‘Matar la
esperanza’’ fue escrito en el calor del atentado, pero además en un torrente
emocional por la amistad que unía a ambos. Salutregi recuerda que aquella noche
«sentí con una rotundidad, hasta entonces por mí desconocida, lo que era la
pérdida y el desvanecimiento total de los sentimientos más consistentes (…)
Cada palabra fue mi llanto, cada gemir resultó un párrafo. Recuerdo que cuando
cayó el punto final, lo hice sencillamente porque ya mis ideas se ahogaban en
las lágrimas. En aquel momento, mis esperanzas, como las de mucho más, eran
pura ruina».
‘‘Egin’’&flexSpace;sobrevivió también a aquello. Salutregi tomó la
dirección en 1992, desde donde acometió la renovación y relanzamiento del
diario, «una experiencia colosal». Le imprimió su sello, resumido en aquellos
«titulares ‘chispazo’, un chasquido no solo informativo, sino que buscaba
despertar la interpretación de cada lector. Merecía la pena exprimirse el
cerebelo para dar con las palabras claves, que resaltaran el tuétano de la
noticia». Resultó memorable, por ejemplo, la secuencia de portadas tras
hallarse los restos de Joxean Lasa y Joxi Zabala en Alicante: ‘‘Un escalofrío
recorre toda Euskal Herria’’, con la foto de la fachada de la morgue;
‘‘Secuestrados hasta el final’’, contra las trabas de la Audiencia Nacional a
los funerales; y ‘‘Sin vergüenzas’’, sobre la foto de los ertzainas que
cargaron en el cementerio