Nota del editor d este Blor
Beniezu
Ya se comenta en los medios progresistas que una nueva modalidad
del "Plan Cóndor " ha comenzado a aplicarse en Sudamérica. Aquel
nefasto y sanguinario plan Yanqui para subyugar por medio de golpes
de estado y terrorismo camuflado para desmoronar los gobiernos
progresistas y aniquilar a sus líderes... Este nuevo plan, en consonancia
con las técnicas de la "Guerra de Cuarta Generación" (1) es sinuoso y
pacifico, todo aparentemente "legal" donde las armas
principales a emplear son las mentiras expandidas por su controlado
poder mediático en coordinación con políticos
y elementos clave del poder judicial que han sido "convencidos"
con crematísticos y cuantiosos “argumentos”,
que no debemos olvidar pueden ser cuantitativamente poderosísimos pues el
Imperialismo se juega el control del propio estado poniendo su economia a su propio servicio
(1) http://beniezuma2.blogspot.com.br/2014/12/ya-estamos-en-la-guerra-de-cuarta.html
Fecha de publicación 10 agosto 2016 -
Por Pablo Virgilí
Analizando los
acontecimientos de estos últimos 5 meses en Brasil solo se puede llegar a una
conclusión: Lula da Silva es la última carta de salvación que le queda al país
para no perder sus logros y conquistas sociales.
Solo faltando un raund en el juicio político contra la mandataria Dilma
Rousseff y que de seguro lo ganará la oposición, es ya casi un hecho que Michel
Temer su vicepresidente que jugó el papel de “lobo con piel de
cordero” terminará el mandato de la primera mujer
presidenta del Brasil hasta las elecciones del 2018.
Lula da Silva un político entero y un revolucionario íntegro llevó a Brasil
durante su mandato como presidente a ocupar los primeros lugares continentales
en varios renglones. Durante sus ocho años como presidente de Brasil, hizo
reformas y radicales cambios que produjeron la transformación social y
económica del país que triplicó su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, al punto de convertir a la República
Federativa en una potencia mundial. Es ampliamente reconocido como una figura
de su tiempo y se considera que su gobierno fue clave para los éxitos
económicos de su país, en particular en materia de reducción de la
pobreza, con programas sociales como Hambre Cero o Bolsa Familia, que contribuyeron a
sacar de la pobreza a unas 30 millones de personas en menos de una década. En
el campo de la educación su gobierno consiguió alcanzar fuertes niveles de
escolarización de la población en todos los ámbitos, tanto universitarios
como primarios, y en muchas regiones del país. En solo treinta y seis meses la
población no escolarizada fue reducida al 18% considerando el grupo de cuatro a
diecisiete años de edad. Durante los primeros meses de su presidencia, se
inició el proyecto Hambre Cero, destinado a seis
millones y medio de familias, una asistencia económica gubernamental para las
personas más pobres y desfavorecidas. Inmediatamente después de su toma de
posesión se lanzó el Plan Nacional para la Erradicación del Trabajo Esclavo.
Los fiscales especiales de trabajo han liberado a más de 13 000
trabajadores en estado de esclavitud o trabajo degradante desde 2003 en Brasil.
Al concretarse esto,
también se consiguió una subida del 20 % en el salario mínimo nacional, y
se lanzó una reducción de un 16 % del gasto público, gracias a un
programa de recortes en las pensiones y un aumento de la edad de jubilación de
los funcionarios, esta medida sentaba las bases para un aparato de Estado más
productivo, más justo y menos costoso.
Lula abandonó la
presidencia con una gran popularidad de más de un 80% de aprobación, tanto en
Brasil como en el resto del mundo.
Estos datos hablan por
sí solos de lo que es capaz de hacer el primer obrero metalúrgico en la
historia brasileña en llegar a la presidencia del país.
Faltando escasos dos años para las elecciones presidenciales del 2018 Lula
ya ha anunciado su disposición a postularse a la presidencia del país como
candidato del partido de los Trabajadores (PT) del que es fundador.
Esta decisión ha sorprendido a muchos oligarcas y burgueses de la política brasileña
que ven al expresidente como un rival difícil de derrotar y un candidato que
parte como favorito en todas las encuestas.
Las alarmas en los sectores de derecha están prendidas y desde ya ha
comenzado la presión política y sobre todo judicial para sacar del medio a toda
costa al exmandatario. Desde hace unos meses Lula es investigado por haber
recibido supuestamente favores de constructoras involucradas en las
multimillonarias desviaciones de recursos de la corporación petrolera estatal PETROBRAS. En marzo fue sometido a una detención coercitiva
para interrogarlo (una medida reservada solo para los que se resisten a la
autoridad) y se grabaron y difundieron audios de sus conversaciones telefónicas
con la presidenta Dilma Rousseff, muestra del espionaje del que han sido
víctimas él y la mandataria, medida sumamente ilegal.
Estas disposiciones fueron adoptadas por el juez federal Sérgio Moro, que
con base en la sureña ciudad de Curitiba dirige la investigación sobre la red
de sobornos en la petrolera estatal. La presión judicial sobre Lula es una
muestra de la polarización a que se aboca el país y una pauta para que “cueste lo que cueste” impedir su
candidatura en las elecciones del 2018.
El expresidente tomó como medida de protección recurrir al Comité de
Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) donde denunció ser víctima de violaciones de sus
garantías fundamentales en las investigaciones en su contra. Por esta misma
causa en marzo, la presidenta Rousseff designó a Lula como Ministro de la Casa
Civil (Jefe de Gabinete) cargo que lo dotaba de inmunidad, decreto que entró en
disputa con la justicia ya que fue bloqueado en varias ocasiones por juzgados
federales, altercado que terminó en el Supremo Tribunal Federal. Esta medida “demorada” por parte de la mandataria no resolvió
ni ayudarla ni estabilizar al país, disposición que en mi opinión fue tomada
tardíamente, Dilma debió haber nombrado a Lula como su ministro al comenzar su
segundo mandato.
Así las cosas las
cartas están sobre la mesa, los opositores de derecha ansiosos por retomar el
poder luego de 13 años seguirán presionando a la justicia para que enjuicie y
sentencie a Lula y así impedir su candidatura en las elecciones. El gobierno
interino que es integrado por una red de ministros corruptos tomará las riendas
del país con una impopularidad de escándalo y dispondrá medidas neoliberales
con el pretexto de mejorar la situación económica de la nación.
Gane quien gane en 2018 no es de extrañar que encontremos a varios
ministros del gabinete de Temer huyendo con maletines de dólares hacia al
exterior y no es de sorprender que hasta al mismo juez dirigente del proceso
anticorrupción que ahora hace el papel de “Robin Hood” lo descubramos con las manos en la masa y los bolsillos llenos de dólares;
porque cuando se nada en el lodo
quieras o no quieras terminas cubierto de fango, demostración de que
el único mal incurable de la sociedad es la corrupción.
El tiempo tiene la
última palabra, veremos qué pasa…
FUENTE:
http://www.telesurtv.net/imreporter/Lula-la-ultima-carta-de-salvacion-que-le-queda-a-Brasil-20160810-0015.html
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