lunes, 29 de agosto de 2016

El psicoanálisis a modo de arma en manos de los servicios secretos y militares.

Nota del editor de este Blog


Beniezu



           Reproduzco aquí un articulo basado en una entrevista al psicólogo alemán Knuth Müller sobre la manipulación de las elites político sociales globales sobre la  opinión pública  de las poblaciones  asentada en las llamadas “democracias” burguesas. 

           La psicología  el conocimiento de los resortes de la mente , ya vienen siendo usados decenios atrás por médicos psicólogos intelectuales y profesionales de todo tipo , sin demasiados escrúpulos, como asesores  para el control político y social de las masas, para, domesticarlas  y manipularlas en una palabra. 


         Actitud muy lejos de la que debería ser la de los juramentados graduados en medicina. Pero ya se sabe que el perverso sonido del dólar, hipnotiza como nada a periodistas, médicos, políticos, militares etc.  y a un sin fin de profesionales que se arriman al sugestivo poder del capital y sus convincentes recursos y reclamos .Reclamos que les suelen vestir de argumentos subliminares tales como, “Es por la patria, es por la libertad, es para combatir el comunismo” etc. etc. 




LA PSICOLOGIA COMO ARMA POLITICA Y DE GUERRA

Entrevista de Jens Wernicke al psicólogo Knuth Müller.


¿Por qué se callan los corderos? se pregunta el psicólogo y docente universitario Rainer Mausfeld en esta conferencia del pasado mes de junio 2015 .

Y nos responde: porque las élites sociales desde tiempos inmemoriales vienen haciendo lo imposible para inculcar sus criterios al pueblo llano imponiéndole sus propios criterios, que a menudo son contrarios a los de éste, como si fueran de “interés general”. 


Y lo suelen lograr (pre)determinando lo que conocemos por ‘opinión publica’, tarea en la que se sirven de ‘tropas auxiliares’ como son los llamados “liquidadores”, los “spin doctores” y los asesores de relaciones públicas, en general. 

Entre ellos, no debemos olvidar a los psicólogos. Acerca de su “liaison”, aún muy poco estudiada, con el ‘Estado dentro del Estado’ [referido a los Servicios Secretos], Jens Wernicke dialoga con Knuth Müller, doctor en psicología, que está a punto de publicar su amplio estudio titulado ”US-Geheimdienste und –Militär forschen seit Jahrzehnten zu Unterdrückung und Manipulation” [los servicios secretos y militares de EEUU llevan decenios investigando en materia de supresión y manipulación], lo cual no es un fenómeno aislado.




Sr. Müller, en su libro de próxima publicación, usted se ocupa de los enredos entre los psicólogos y los servicios secretos y militares norteamericanos. ¿Cómo llegó a decantarse por este tema? ¿Cuál era el motivo determinante?

Mi libro se ocupa no tanto de la profesión y categoría del psicólogo en general, como de los representantes de la Asociación Psicoanalítica Estadounidense [APsaA por sus siglas en inglés]. Entre ellos, había casi exclusivamente personas formadas en medicina psiquiátrica, puesto que los psicoanalistas sin formación médica básica no fueron admitidos por la APsaA hasta el año 1988.

Cuento entre los miembros de la referida APsaA los psiquiatras con posterior formación en el psicoanálisis, los candidatos en formación, así como los miembros ordinarios, extraordinarios y de honor procedentes de las organizaciones psicoanalíticas.

Y si bien es cierto que también encontramos a psicólogos, éstos suelen ser una minoría, lo cual no quiere decir que su aportación e influencia en la colaboración sea menor.

Todo lo contrario: Ya a finales de 1941 cabe referir que la primera división mundial en materia psicoanalítica de unos servios secretos – la ‘Psychoanalitic Field Unit’ del COI, la ‘Office of the Coordinator of Information’, una predecesora de la CIA – fue dirigida por un psicólogo con formación psicoanalítica.

El hecho de que me ocupase de este tema, se debe en primer lugar a una serie de casualidades. Investigando en otra materia distinta, descubrí que algunas personas miembros de la APsaA tenían un pasado militar y/o procedían de los servios secretos.

En un principio, sólo pretendía entender mejor qué era lo que unos psicoanalistas tenían que ver con los servicios secretos y el porqué.

A partir de una primera visita a los archivos estadounidenses, las pruebas documentales que allí encontré y que avalaban tal colaboración me dejaron muy asombrado; de repente tuve claro que había algo importante que investigar.

Tampoco debemos olvidar que mi indagación había comenzado unos cuatro años después de que unos psicólogos estadounidenses comenzaran a hacer públicas las torturas habidas en Abu Ghraib, Guantánamo y otros campos de tortura norteamericana.

 Y con las imágenes de estas prisiones en la cabeza, con cada documento nuevo que probaba la colaboración con la ‘Intelligence Community’, la Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos, mi malestar iba en aumento, toda vez que resultaba más y más claro que se trataba de una colaboración institucional de larga evolución, que desde el primer momento resultaba más que reprobable.

Y el informe Hoffman de reciente publicación [NT1], encargado por la ‘American Psychological Association’ [APA por sus siglas en inglés], no deja lugar a duda sobre la triste actualidad del tema, confirmándonos todos y cada uno de los reproches y acusaciones críticas desde dentro y fuera de esta institución y hasta superando en parte las sospechas: ha quedado demostrado, por ejemplo, que toda la élite directiva de la APA, además de haber sostenido las torturas ordenadas por la Administración Bush, en ciertos aspectos las había posibilitado. 

¿Y supongo que esto usted no se lo había esperado, al menos no hasta este extremo?

No. Como el candidato en formación que era entonces, yo daba por hecho que el psicoanálisis organizado había hecho suya la sentencia de Sigmund Freud “Cuantas veces el hacer sabe enmascararse como si fuera una vivencia pasiva”… quiero decir que esperaba que esos representantes del psicoanálisis hubieran interiorizado el citado leitmotiv de Freud como una mirada, crítica y ubiquitaria, y el oficio del psicoanálisis como un modo de pensar y obrar con fines ilustradores y emancipadores.

En tal caso, el calificativo “secreto” resultaría totalmente incompatible con cualquier actitud psicoanalítica, con la única excepción de que ninguno de los contenidos jamás ha de salir fuera del lugar de la consulta analítica… Pero recibí una buena lección, a saber, la existencia de un “Comité secreto” dentro de la organización psicoanalítica mucho antes de que se estableciese la colaboración institucional con los servicios secretos.

Los servicios secretos y militares de Estados Unidos llevan tiempo investigando en materia de supresión y manipulación. Mis investigaciones demuestran que con este fin también han podido contar con la ayuda de la Comunidad Psicoanalítica.

Y ese “Comité secreto” ¿de qué servía en concreto?

En el fondo, se trataba de establecer dentro de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) otra instancia de control y de operación separadas que pudiera ejercer su influencia en las decisiones organizativas y relativas a cuestiones de personal, publicaciones, etc. En este sentido, las desavenencias con C. G. Jung en 1913 sirvieron de pretexto para establecer una “Homeland Security”, un servicio de seguridad nacional con el fin de identificar e impedir a tiempo cualesquiera “tendencias disidentes”.

Y semejante “actividad”, integrándola en la “Comunidad de Inteligencia”, quedó ampliada y perpetuada. ¿Cómo hemos de imaginarnos los pormenores?

No debemos equiparar una con otra. El “Comité secreto” nada tenía que ver con los servicios secretos, pero sí con el hecho de que las decisiones fueran tomadas por personas en la sombra y a espaldas de los miembros de la API. Pues, el “Comité secreto” se consagró a salvaguardar el ya referido dogmatismo freudiano tal y como lo resaltaba Ferenczi.

 Si bien aún no se vislumbraba ninguna colaboración con los departamentos de información, la fe en la omnipotencia del propio movimiento acabó por allanar el camino de la “liaison” con la “Comunidad de Inteligencia” estadounidense ya iniciada en 1940.

Durante los años 1940 a 1945, los que prevalecían ante todo eran temas relacionadas con la guerra y de actualidad en una colaboración de nuevo cuño entre el psicoanálisis organizado y los servicios secretos de EEUU. En los años de la posguerra, los contenidos y métodos se iban acoplando sucesivamente al clima, paranoico-esquizoide, de la Guerra Fría.

Durante la guerra, se trababa por ejemplo de analizar la propaganda del enemigo; los diversos caracteres, individuales y colectivos, de tipo y sospecha fascista, imperialista, aislacionista – ¡y ya comunista! - ; así como las propuestas de posibles estrategias y operaciones de guerra psicológica, tales como la de Ernst Simmel que propuso para el pueblo alemán una psicoterapia de onda corta. Otros propósitos eran estudios psico-históricos sobre Adolf Hitler; estrategias sobre el trato con Alemania después de la Guerra; el tratamiento de las llamadas “neurosis de guerra”; el análisis de los interrogatorios de los prisioneros alemanes de guerra; pruebas y formación de los futuros agentes secretos; reclutamiento de personas de varias nacionalidades para los servicios secretos de EEUU, así como experimentos con humanos con supuestos “sueros de la verdad”.

Acabada la segunda GM, los cuatro Aliados, recibieron, coleccionaron y explotaron frenéticamente los “logros” científicos procedentes del régimen nazi[NT2].

También los Estados Unidos iban buscando datos que pudieran dar pistas hacia desarrollos nuevos en los ámbitos de la medicina, la farmacología, la manipulación psicológica y la tortura, etc.

Uno de los psicoanalistas norteamericanos quien, al servicio de los servicios secretos y militares de EEUU, había participado en coleccionar y evaluar los experimentos médicos realizados en los campos de concentración y exterminio, hizo posible que desde los primeros años de la década de 1950, una clínica psiquiátrica en Nueva York, que aún existe, se aprovechara realizando experimentos parecidos por encargo de la ‘Comunidad de Inteligencia’ norteamericana.

 Estas prácticas causaron en al menos uno de los casos conocidos la muerte a manos de otro psicoanalista que en absoluto ignoraba el trasfondo secreto y militar de sus experimentos que, no obstante, acabó realizando en pacientes psiquiátricos no informados, como si no existiera el llamado “Código de Núremberg”[NT3]. Pero las prácticas de ambos responsables en ningún momento tuvo una consecuencia jurídica ni ética profesional.

El triunfo de la psicología norteamericana del "yo" -que ante todo se distingue por el paradigma de la adaptación- llegó a ser la línea directriz del hacer psicoanalítico y no sólo en los Estados Unidos. Muchos psicoanalistas fueron convirtiéndose más y más en jueces que se consideraron los únicos competentes para diferenciar entre lo normal y lo anormal, entre lo supuestamente “sano” y “enfermo”.

De este modo, el tratamiento psiquiátrico de manifestaciones consideradas “anormales” se realizaba por todos los medios posibles. Al parecer, no hubo ningún tratamiento por invasivo que fuera, que no se consideraba apto para adaptar al paciente a la norma psiquiátrica de orientación psicodinámica.

Y gracias a las intervenciones de orientación psicoanalítica y su éxito – tales como la llamada “narcoanálisis” mediante barbitúricos en el tratamiento de las “neurosis de guerra” durante la segunda GM – los que durante ésta habían sido médicos militares, en la posguerra recibieron por el ministerio de veteranos de guerra y otras instituciones parecidas la financiación para su formación psicoanalítica pudiéndose colocar en puestos de alto prestigio en hospitales públicos y privados.

Y el enfoque psicoanalítico norteamericano, reducido ya a la viabilidad clínica,(para Alemania desde 1967, año que se introdujeron las directrices de la “psicoterapia analítica”, cabe decir otro tanto), iba degenerando en lo que podríamos llamar “dictado social”: extasiado por el rápido auge de esa normativa basada y fundada en la psicología del yo, el método, que en un principio se había consagrado a la emancipación de la persona, y que iba pasando a convertirse en el de asegurar el control y el dominio. 

Y debo decir que los fundamentos de probada eficacia psicodinámica procedentes del régimen nazi no sólo se utilizaron en el ámbito de los servicios secretos; sirvieron, además, de herramientas para manipular a las masas mediante estrategias de publicidad y de propaganda política. Mucho se pudo aprender del régimen de Hitler. Sirva de ejemplo la siguiente cita de Hermann Göring de 1946:
“Por supuesto, la gente no quiere la guerra. Claro está. Pero después de todo, son los líderes del país los que determinan la política y es siempre algo muy simple arrasar al pueblo, tanto es una democracia, o un régimen fascista, o un parlamento o una dictadura comunista (…)

El pueblo siempre puede ser arrasado a los deseos de los líderes. Es fácil. Todo lo que tienes que decirles es que están siendo atacados, denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo y poner al país en peligro.”. [NT4]
¿Quiere decir que a partir de este punto, nos enfrentamos pues a “dos problemas”. Los servicios secretos investigan acerca de la manipulación, propaganda, la tortura, etc. Pero también los analistas residentes conciben su labor en primer lugar en un sentido que delega los problemas sociales en el yo individual, y por así decirlo, en la responsabilidad personal del probando, forzando ante todo su adaptación al orden exterior establecido?

Sí, así se puede decir. Un argumento que se encuentra muy difundido, pero que no ha salido de mi mente. Pero al menos el CIE-10, la Clasificación Internacional de Enfermedades, en su décima versión, resulta muy evidente en este punto, cuando define los trastornos adaptativos como psicopatológicos.

Entonces le ruego que aclaremos un poco más estas dos dimensiones del problema. ¿Cómo siguieron las cosas en la ‘Comunidad de Inteligencia?

El cuerpo militar, ante todo, perseguía una cosa, la de aislar sustancias químico-biológicas para eliminar al enemigo con eficacia. Ya no se trataba de extinguirlo, sino de desorientarlo, incapacitarlo mediante sustancias químicas y biológicas para eliminarlofuncionalmente.

La meta de diversos programas de la CIA a partir de 1947 se centraba, no obstante, en poder realizar el sueño húmedo de todos los servicios secretos: la programación del “candidato manchuriano” [NT5], una marioneta humana inconsciente de esa programación pero capaz de realizar encargos secretos.

Esta investigación sistemática de las diversas técnicas de manipulación y control, que Rainer Mausfeld ya en 2009 calificó de “tortura blanca”, si bien no ha surtido aún los resultados deseados ni a nivel militar, ni en los servicios secretos, pero sus consecuencias psicológicas, que Mausfeld nos evalúa y documenta de modo tan drástico haciendo ver los efectos demoledores que la tortura psicológica surte en las personas, sirvieron luego de base para las “Standard Operating Procedures”, las habituales operaciones y procedimientos en las cárceles de tortura en el marco de la guerra de ataque de los EEUU a Afganistán e Irak, que hoy en día se nos presenta bajo el eufemismo de “Guerra contra el terror”.

En estos procedimientos se aplican ante todo técnicas de privación sensorial y de aislamiento; posturas corporales que inducen dolor y que, eufemísticamente, se llaman “posturas estresantes”; privación de sueño y de alimento, etc.

¿Y cómo debemos imaginarnos la organización de semejantes prácticas? ¿Es así que los responsables de todos los ámbitos implicados se reúnen en secreto para debatir cómo mejor cabe suprimir y engañar al pueblo?

En efecto, ese era el caso del por la APsaA en mayo 1941 constituido comité ‘Committee on Morale’, que pronto dependería de los servicios secretos del COI y a partir de 1942 del nuevo ‘Office of Strategic Services’ [OSS por sus siglas en inglés], la Oficina de Servicios Estratégicos, aunque sus integrantes no vieran en ello indicio capaz de suprimir ni de engañar a las masas, sino una aportación patriótica para la movilización bélica y la defensa de la democracia.

Los miembros del comité eran representantes de las más importantes sociedades psicoanalíticas de los EEUU, que se reunieron un total de 13 ó14 veces, encuentros a los que también fueron invitados agentes secretos y militares.

El comité mantenía además un estrecho vínculo con la ‘Pychoanalytic Field Unit’ que dirigía el psicólogo y psicoanalista Walter Langer.

 En los meses anteriores al ataque al japonés Pearl Harbor, la cuestión consistía, por ejemplo, en ir vendiendo la guerra al pueblo americano, que se mostraba muy reservado al respecto. Pero Pearl Harbor operó todo un cambio – comparable con lo que pasó después de 11 de septiembre de 2001.

En los posteriores años de la segunda GM, los representantes del comité APsaA, por orden de la OSS, se dispusieron a realizar experimentos con supuestos “sueros de la verdad” en personas no informadas. Los contenidos del “Comité de la Moral” también sufrieron cambios durante este tiempo. Sus integrantes se vieron llamados a redactar una propaganda blanca, gris y negra basada en unos supuestos psicoanalíticos dados. [NT6]

En los años de la Guerra Fría hubo numerosos campos de ocupación que los servicios secretos y militares delegaban en la Comunidad psicoanalítica:

Adquirir y evaluar datos procedentes de los experimentos humanos nazi en materia seudo-médica.
Proceder y continuar determinados experimentos nazi.
Consultar en materia de lavados de cerebro, y en particular, recurriendo a las experiencias durante la Guerra de Corea.
Planificar y ejecutar estudios sobre la manipulación de las conductas humanas y la consciencia en el marco de investigaciones, directamente encargadas por la CIA o el cuerpo militar o mayoritariamente desarrollados en estrecha colaboración con la CIA y financiadas o directamente por la CIA o, aparentemente, por fundaciones más o menos conocidas.
Consulta inmediata de la CIA en planteamientos de índole psiquiátrica, como por ejemplo en el trato y tratamiento de tránsfugas y personas psicóticamente descompensadas o agentes de la CIA dependientes de drogas y alcohol.
Constituir un departamento de perfilado de la CIA para analizar líderes de naciones “enemigas” y finalmente sostener campañas difamatorias contra los “enemigos” de la Administración Nixon.

¿Nos podría citar un par de ejemplos concretos? ¿Cuáles eran según su criterio los proyectos comunes más cuestionables y reprobables en términos morales entre los psicoanalistas y la llamada ‘Comunidad de Inteligencia’?

Para poder entender mejor la dinámica psíquica de personas con inclinaciones totalitarias y finalmente resolverlas de modo analítico, en junio de 1941, el total de los integrantes de la APsaA fue requerido que aporten apuntes de sus respectivas análisis de pacientes que pudieran ser de interés en este contexto.

No solamente se trataba de recabar datos sobre actitudes fascistas, imperialistas o aislacionistas, sino además comunistas, a fin de que la APsaA, ya a partir de 1941, pudiera iniciar su marcha en dirección del Estado de vigilancia al estilo McCarthy, puesto que los datos – anónimos - remitidos de los pacientes llegaron a parar a una subdivisión de la OSS, la Oficina de Servicios Estratégicos.

Para la Comunidad Psicoanalítica, esta “traición de los pacientes” supondría el máximo accidente de diseño pensable. Imagínese que los apuntes de su analista llegan a manos de los servicios secretos… con afectuosos saludos de aquél.

En mi libro hay suficientes ejemplos que deben dar miedo a cualquiera. Pero lo que en términos morales resulta más cuestionable y reprobable es en mi opinión el hecho que hubiera una colaboración entre los servicios secretos y militares y la Comunidad Psicoanalítica que ésta hasta la fecha no ha admitido, ni cuestionado.

Y no sólo esto. Según mis experiencias, los documentos que he podido encontrar son puestos en tela de juicio por funcionarios de alto rango dentro de la Comunidad Psicoanalítica, a pesar de que cualquier interesado puede acceder a los archivos desde hace décadas. Así las cosas, me estoy preparando a futuras estrategias del tipo “matar al mensajero”.

¿Existen evidencias similares en relación con Alemania? ¿Acaso se sabe algo sobre enredos parecidos en Alemania?

Ignoro si ha habido contactos entre los psicoanalistas alemanes y la Organización Gehlen[NT7] o los posteriores servicios secretos alemanes (Bundesnachrichtendienst). El peso de mis investigaciones recae en la evolución del psicoanálisis en los Estados Unidos, por lo que me limito a invitar que cada uno investigue el fenómeno por su cuenta.

Y acerca de los efectos del psicoanálisis al margen de su vínculo con los servicios secretos y militares, ¿como nos podría esbozar este proceso en muy pocas palabras? ¿Qué es lo que anda mal?

El carácter formativo de los institutos psicoanalíticos, con independencia de cuan independientes o dogmáticos se puedan definir a si mismos, posee aquella misma estructura manipuladora, que sus representantes en el análisis de sus pacientes o de las estructuras sociales pretenden diagnosticar y disolver analíticamente.

 De las personas que han pasado por análisis didácticos y de control no necesariamente han de surgir unas mentes resilientes a todo tipo poder y/o manipulación.

La causa habrá que buscarla en la para el formación aún necesaria capacidad de sufrimiento y de subordinación.

 Donde se requiere adaptación en lugar de curiosidad para ir fomentando el actuar creativo y emancipador, se deja la puerta bien abierta a cualquier actitud autócrata. Una posible protección ante semejantes excesos podría consistir en reformar radicalmente el enfoque de la formación profesional.

¿Una última palabra?

Sí. Espero y deseo que los lectores no interpreten este libro como un ajuste de cuentas con el psicoanálisis. Esto no es lo que pretendía.

Antes bien pretendía proteger el psicoanálisis, ya que sigo convencido de su fuerza ilustradora y emancipadora que a diario puedo comprobar en mi consulta – a pesar de mi formación psicoanalítica.

Lo que pretendo es señalar que el psicoanálisis no es compatible con fines de manipulación publicitaria ni de estrategias militares y secretas. De ser abusado con estos fines, el psicoanálisis deja de existir o pierde su legitimación.


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